Del
14 al 17 de septiembre en Tegucigalpa, capital de Honduras, se desarrolló el
seminario latinoamericano sobre migraciones, refugio y trata de personas, que
contó con la participación de 60 personas entre obispos, sacerdotes,
religiosas, laicos y laicas de América Latina y el Caribe, el encuentro estuvo
convocado por el Departamento de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal
Latinoamericano (CELAM) y por el Secretariado Latinoamericano de Caritas.
Compartimos la Declaración del Seminario:
Seminario Latinoamericano sobre Migración, Refugio y Trata
de Personas
Declaración de Honduras
“Porque anduve forastero y me recibiste” (Mt 25, 35)
1. Convocados por el Departamento
de Justicia y Solidaridad del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM),
obispos, sacerdotes diocesanos, religiosos, religiosas, laicos y laicas de
América Latina y el Caribe, reunidos en el Monte Tabor, Francisco Morazán,
Honduras; nos hemos sentido desafiados ante la grave situación que viven las
personas migrantes, refugiadas, víctimas de trata, sobre todo en esta región
del mundo.
2. Somos testigos de la grave
situación que viven millones de hermanos y hermanas nuestros que se han visto
forzados a emigrar encontrando muros físicos, políticos, religiosos, culturales
en lugar de puertas abiertas.
3. El desplazamiento forzado de
miles de personas migrantes y solicitantes de refugio evidencia la crisis
humanitaria por la que está atravesando nuestra región. A ellos se suman las
15,000 personas mexicanas, turcas, paquistaníes, togoleses, sirias, haitianas,
eritreas, congoleses apostadas en los últimos cuatro meses en Tijuana, la
frontera norte de México, así como los más de 26,000 niños, niñas y
adolescentes que según UNICEF en los últimos 6 meses han llegado también al
norte de México y sur de los Estados Unidos pidiendo asilo.
4. Igualmente están cientos de
cubanos varados en Panamá y Costa Rica y las deportaciones express que los
países hacen revotando a los pobres esposados como si fueran criminales.
Asimismo, continúa la situación lacerante de miles de haitianos escapando de la
pobreza, obligados a recorrer rutas peligrosas y enfrentando discriminación.
5.
Finalmente se añaden los flujos de migrantes y refugiados en los diferentes
países sudamericanos, de manera especial de venezolanos y venezolanas, que se
suman a vivir la incertidumbre de quien se ve forzado a buscar oportunidades en
otras tierras.
6. A toda esta grave realidad se
añade una de las peores formas de explotación de seres humanos, que es la trata
de personas. En nuestra región miles de personas que migran son sometidas a la
esclavitud bajo las formas de explotación sexual y trabajo forzado. República
Dominicana, Colombia, México y Brasil figuran entre los países de mayor
presencia de esta horrenda degradación.
7. El Santo Padre, el Papa Francisco
ha llamado a esta situación como “la peor catástrofe humanitaria desde la
Segunda Guerra Mundial”.
8. Esta realidad es una espina
que inquieta y duele, sin embargo recibe respuestas injustas e insuficientes.
Los gobiernos de la región no garantizan a su población el derecho a no migrar
y en lugar de proteger a las personas migrantes adoptan políticas de
securitización, restricción y rechazo.
9. El sector privado además de
ser parte de la causa de la expulsión, suele aprovecharse de la vulnerabilidad
de los migrantes sometiéndolos a largas jornadas y salarios de miseria.
10. En este contexto el crimen
organizado encuentra tierra fértil para desarrollarse y se aprovecha de los
migrantes para explotarlos y lograr sus fines criminales.
11. Por otro lado, gran parte de
la sociedad en los países de acogida y tránsito adopta actitudes xenófobas y
racistas muchas veces basadas en la desinformación y la manipulación de
sectores interesados.
12. En el fondo de este panorama
está un sistema socio económico fallido que desplaza al ser humano y coloca el
lucro y el poder como horizonte. El sistema financiero internacional reduce a
la pobreza y miseria a la mayoría de la humanidad.
13. Las empresas transnacionales,
en particular las extractivistas, degradan el medio ambiente y provocan con
ello enormes desplazamientos forzados.
14. Del mismo modo las dinámicas
de corrupción e impunidad de los gobiernos y la voracidad de las élites
económicas nacionales provocan situaciones tan insoportables que obligan a las
personas a emigrar.
15. En este escenario que tanto
nos interpela, brillan la lucha y experiencia de vida de las personas
migrantes, refugiadas, tratadas y desplazadas. Ellas son nuestras maestras y nos
llenan de fortaleza y esperanza.
16. El encuentro nos ha permitido
también compartir y reconocer experiencias de trabajo pastoral de diversas
organizaciones eclesiales, quienes acompañan y sirven a nuestros hermanos y
hermanas en situación de migración forzosa, refugio y trata de persona. Son
profetas de misericordia, son el corazón comprensivo y los pies acompañantes de
la Iglesia que abre sus brazos y sostiene.
17. Sin embargo, reconocemos con
dolor que las iglesias, organizaciones de la sociedad civil y organismos
internacionales no hemos dado una respuesta suficiente a tan grave crisis.
18. Conscientes de esta realidad
que nos interpela y desafía nosotros Departamento de Justicia y Solidaridad del
CELAM, SELACC, la Conferencia Latinoamericana y Caribeña para Religiosos y
Religiosas (CLAR), coordinadores de Pastoral de la Movilidad Humana de las
diversas Conferencias Episcopales de Latinoamérica y el Caribe, religiosas,
religiosos, laicos y laicas, participantes en el Seminario Latinoamericano
sobre Migración, Refugio y Trata de Personas, compartimos las siguientes
reflexiones y propuestas:
- En América
Latina y El Caribe urge un replanteamiento profundo de los sistemas políticos y
económicos causantes de los movimientos forzados. Es necesario realizar una
revisión profunda del sistema capitalista neoliberal que antepone el mercado a
la persona humana, como lo ha propuesto el Papa en la Encíclica Laudato Si. El
sistema actual no ofrece condiciones para una vida digna para la mayoría de la
humanidad. Debemos abocarnos a la búsqueda de un orden internacional que pueda
ofrecer a toda persona el mínimo necesario para una vida digna: tierra, techo y
trabajo.
- Los
discípulos misioneros y todo hombre y mujer de buena voluntad deben asumir una
actitud de acogida y hospitalidad para con los migrantes, retornados,
solicitantes de asilo, refugiados y víctimas de trata y tráfico de personas y
sean ellos los protagonistas del cambio.
- Las
religiones, iglesias y en particular nuestras comunidades católicas están
obligadas por mandato divino a promover y dar ejemplo de acogida y
hospitalidad.
- Los Estados
a través de políticas de integración y protección a los derechos humanos
incrementen la recepción de personas con necesidad de protección internacional,
promuevan una alternativa a la detención de migrantes irregulares, eliminen
toda agresión en el momento de la deportación y busquen la regularización
migratoria a quienes ya se encuentran de manera irregular en los países de
destino.
- Hay que dar
especial atención a los niños y niñas migrantes, eliminando de raíz la práctica
de ingresarlos en los centros de detención, y muy por el contrario asegurar que
puedan experimentar la hospitalidad y el disfrute pleno de sus derechos.
- Para ofrecer
una atención más integral es menester incrementar la colaboración, articulación
y las gestiones conjuntas entre instituciones de la sociedad civil que
acompañan personas migrantes, desplazadas, refugiadas y víctimas de trata.
- La comunidad
internacional debe reiterar firme y contundente que los derechos humanos de los
refugiados, desplazados internos y migrantes no están abiertos al debate. Las
personas que huyen del conflicto, la persecución, los desastres naturales los
efectos del cambio climático, el desarrollo fallido, deben gozar plenamente de
sus derechos humanos.
- Los Estados
deben crear condiciones reales, efectivas y justas para que las personas puedan
realizarse en su lugar de origen y ejercer su derecho a no migrar.
- Hacemos un
llamado a los Gobiernos a desarrollar legislaciones y mecanismos que enfrenten
con efectividad las redes de trata.
- Nos unimos a
la declaración hecha por Caritas Internacional y el Servicio Jesuita para
Refugiados (SJR), y al documento consensuado por las organizaciones de la
sociedad civil y las organizaciones de migrantes y refugiados presentado ante
la Asamblea General de las Naciones Unidas para Refugiados y Migrantes en la
Cumbre sobre Migración.
- Urgimos a
los Estados a atender estos llamados basados en los fundamentos de la
declaración universal de los DDHH que establece el consagra a todas las
personas iguales en dignidad y poseedora del derecho inalienable a vivir en
dignidad.
19. Como fruto concreto de este
Seminario, buscando profundizar la Espiritualidad de Comunión y prestar un
servicio pastoral más eficaz, hemos decidido dar los primeros pasos para la
creación del CONSEJO LATINOAMERICANO DE
MOVILIDAD HUMANA Y REFUGIO (CLAMOR), organización que articulará los
esfuerzos de las diversas realidades de la Iglesia en favor de los hermanos y
hermanas en situación de Migración, Refugio y víctimas de trata.
20. Que María de Guadalupe y San
Juan Diego sigan acompañando y fortaleciendo a nuestros pueblos y nos inviten a
todos a ser con ellos compañeros de camino y constructores de una sociedad
fraterna, justa y hospitalaria.
En representación de la Asamblea
+ Gustavo Rodríguez Vega Arzobispo de Yucatán Presidente del DEJUSOL
CELAM
+ José Luis Azuaje Obispo de Barinas Presidente de CARITAS América
Latina y El Caribe
Hna. Luz Marina Valencia Secretaria General de la CLAR
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