Stella Tognon*
Fino
a venti o trenta anni fa, appena sciolta la neve, venivano i montanari a
ripulire i miei prati. Più avanti le donne raccoglievano radicchio, asparagi, cumo
e crauti e insegnavano ai giovani, che salivano con loro, a conoscere e a
rispettare le piante, le erbe e i fiori.
A
giugno le mucche raggiungevano le mie cime, accompagnate dai mandriani, pascolavano
l’erba e il tintinnio dei loro campanacci rallegrava il mio paesaggio.
Le
donne nei casolari facevano il burro, il formaggio, la ricotta, la polenta,
preparavano il cibo genuino per tutta la famiglia.
Gli uomini e i ragazzi falciavano l’erba, i
bambini correvano felici per i prati, le ragazze andavano alle piccole sorgenti
o alle pozze (o cisterne) a prendere l’acqua e poi aiutavano a rastrellare il
fieno.
Al tramonto del sole si formavano bei gruppi
per cantare e poi con il lume a petrolio, tutti sul fienile a dormire.
Ad
agosto incominciava la raccolta delle fragole. lamponi, mirtilli e funghi. A
settembre i cacciatori di buon mattino facevano le loro battute di caccia e
portavano a casa uccelli e lepri.
Ero contenta di dare lavoro, cibo e salute ai
miei montanari.
Infine (verso l’autunno i boscaioli) venivano
a tagliare la legna per l’inverno e a raccogliere le foglie secche per fare il
letto alle mucche ed io, felice di aver dato tanto, mi addormentavo sotto la
neve.
Ora
non è più così… è arrivata la tecnica che pian piano mi distrugge. Troppe
strade, troppe ruote rovinano i miei sentieri, i rumori dei motori disturbano
la mia quiete, i gas inquinano, i miei fiori scompaiono, le rane nelle pozze
muoiono, i piccoli ruscelli si perdono, gli uccelli vanno altrove… e quanti
rovi crescono! che mi soffocano.
Perché si gettano concimi chimici nei miei
prati?
Perché
tante immondizie nei cespugli?
E
perché tanti incendi?
La
neve non mi copre più…Quest’anno non ho dormito, mi sento vecchia e
stanca. Ho paura di bruciare, ho paura
di morire.
Rifletti
un po’ o uomo della tecnica, non puoi sapere stando seduto al tavolino cosa mi serve;
Sali le mie cime siediti, osserva…e. ascolta.
Impara
dai miei montanari. Ho bisogno delle loro braccia, della loro esperienza per il
giusto equilibrio della natura e ...della mia vita.
Impara
ad amarmi, vedrai che tornerà la neve, torneranno gli uccelli, l’acqua nei
ruscelli, i fiori nei prati ed io, contenta, ti aiuterò a vivere.
*Stella Tognon, sorella della S. Maria Bertilla Tognon RJM
El lamento de la Montaña
Hasta hace 20 o 30 años, apenas
se derretía la nieve, los montañeses llegaban para limpiar mis campos. Más
tarde, las mujeres recogían achicoria, espárragos, comino y espinacas salvajes…
y les enseñaban a los jóvenes que habían ido con ellas a la montaña, a conocer
y respetar las plantas, las hierbas y las flores.
En el mes de junio, las vacas
llegaban a mis cimas acompañadas de los pastores (Mandriani); pastaban la hierba y alegraban mi paisaje con el
tintineo de sus campañillas.
Las mujeres en las granjas hacían
la manteca, el queso, la ricota, la polenta, preparaban el alimento artesanal para
toda la familia.
Los hombres y los niños cortaban la
hierba, los pequeños corrían felices por los campos, las niñas iban a las
pequeñas fuentes o a los pozos a buscar el agua y después ayudaban a rastrillar
el heno.
A la caída del sol, se formaban
hermosos grupos para cantar y después con el candil, todos a dormir en el
granero.
En agosto, comenzaba la recolección
de las fresas, frambuesas, arándanos y setas. En septiembre, temprano por la
mañana, los cazadores hacían su batida y traían a casa pájaros y liebres.
Yo era feliz de darles trabajo,
comida y salud a mis montañeses.
Hacia el otoño, finalmente, los
leñadores venían a cortar la leña para el invierno y a recoger las hojas secas
para hacer la cama a las vacas y yo, feliz de haber dado tanto, me dormía bajo
la nieve.
Ahora no es como antes… llegó la
técnica que poco a poco me destruye. Muchos caminos, muchas ruedas arruinan mis
senderos, los ruidos de los motores perturban mi quietud, el gas contamina, mis
flores desaparecen, las ranas se mueren en los charcos, los pequeños arroyos
desaparecen, las aves se van a otra parte… y cuántas malezas crecen que me sofocan.
¿Por qué echan tantos pesticidas en
mis prados?
¿Por qué tanta basura en los
arbustos?
Y ¿por qué tantos incendios?
La nieve no me cubre más… este
año no pude dormir, me siento vieja y cansada. Tengo miedo de quemarme, tengo
miedo de morir.
Reflexiona un poco, hombre de la
técnica, sentado a una mesa no puedes saber lo que necesito; sube a mis cimas,
siéntate, observa… y escucha.
Aprende de los montañeses.
Necesito de sus brazos, de su experiencia por el justo equilibrio de la
naturaleza y … de mi vida.
Aprende a amarme, verás que
volverá la nieve, volverán los pájaros, el agua a los arroyos, las flores en
los prados y yo, contenta, te ayudaré a vivir.
"Aprende a amarme... y yo, contenta, te ayudaré a vivir".
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