Pensamos en la no violencia como una forma de cultura. La no violencia no es evidentemente no usar la violencia sin más. Es un compromiso de acción que pone en valor la fuerza del amor; Es una acción sostenida contra la raíz de la violencia; Es una propuesta de relación nueva, que pivota sobre los valores que nos humanizan. Necesitamos ojos iluminados por la esperanza que se gesta en los compromisos cotidianos, ojos que derraman lágrimas compartidas, ojos que se cierran a los atajos de las salidas fáciles y se abren a descifrar laberintos complejos, ojos que se saben hermanos de otros ojos, que sienten vergüenza.
La no violencia supone una nueva cultura y eso, por definición, se cuece a fuego lento, se educa y asimila desaprendiendo mucho de lo que este sistema, al que queremos combatir, nos ha enseñado.
La no violencia exige una relación intrínseca entre medios y fines
La máxima atribuida a Gandhi de que «los fines están en los medios como el árbol en la semilla» es de una evidencia clarificadora si lo vemos en perspectiva histórica. Si uno persigue un bien justo debe usar métodos justos. Porque los medios adelantan el fin.
El reto de la no violencia en el siglo XXI es apuntar a la violencia que se ha hecho estructura. Detrás de toda violencia directa hay una violencia estructural que la sostiene. El hambre, el paro, la explotación, la esclavitud,… hoy pueden estar amparadas por las leyes, no tienen responsables oficiales y sin embargo son los primeros problemas de la humanidad.
Podemos tratarlos como si fueran males necesarios y obrar en consecuencia. De esta forma nunca podrán solucionarse. Sin embargo la realidad nos dice que son problemas políticos y por lo tanto necesitan soluciones políticas, no paternalismos ni limosnas.
Frente a esa violencia invisible, que genera miles de víctimas cada día, cabe desarrollar la no violencia.
Pensamos que el año 2018 puede ser una oportunidad para avanzar en esta dirección. No hay colectivo humano, que quiera ser responsable con el futuro, que no pueda avanzar en algún aspecto hacia la no violencia. Los empobrecidos descubrieron que era posible y lo demostraron. Hoy toca empujar con decisión en esa dirección y para ello nos autoconvocamos a 365 días de encuentros, estudio y acción.
Moisés Mato
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